La muchedumbre se agolpaba bajo aquel edificio, mirando sin saber que lo hacía a lo alto de la misma, donde un hombre asomaba fuera de un alfeizar la mitad de sus ya casi muertos pies, mientras sus brazos se aferraban aún dudosos a la embocadura de la ventana.
Había secreta tensión entre dos seres, aquel de lo alto y
otro que justo llegaba junto a la muchedumbre. Finalmente el de arriba reunió
valor y saltó.
Levantándose de la acera y sacudiéndose a la vez el polvo
de los pantalones el recién aterrizado respondió:
- No sé, yo acabo de llegar...
En realidad no es cierto, ni acababa de llegar ni salió ileso, al menos no del todo, no todos los saltos son mortales, aunque algunos puedan llegar a doler bastante, pero tampoco todos son pequeños. Y es que así está decidido para antes de que el asfalto queme o los pájaros canten y sueñen, que la vida a veces pueda ser un viejo chiste o mucho más que eso.
6 comentarios:
No jump, Arguiñano's joke.
Uno chiste. Una constatación de los hechos imprevisibles.
Uno chiste. Una constatación de los hechos imprevisibles.
Pues sí querida amiga, has dicho bien dos veces, eso es, previsiblemente imprevisibles...
Te mando cariño desde este lado del charco, que ya sabes que en realidad no es ni un metro, ¡y no hay que llevar mascarillas!, ¡¡muitos abraços!!
Hay que dar saltos en la vida. ¡Pero que no sean esos tan drásticos!
Salu2.
Efectivamente Dyhego, aunque muchos saltos pueden ser muy drásticos y metafóricos a la vez.
Saludos, una alegría verte por aquí.
Pedro
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